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Louise Bourgeois, su madre, la mía, y la no-burocracia del sentido

Louise Bourgeois

Hoy me levanté feliz al mediodía pensando en lo absolutamente nada que iba a hacer durante el día. No me duró mucho el saborear mi futuro inmediato porque al ratito de abrir los ojos veo una llamada perdida de mi tía… “¡CHAN! ¡Me olvidé! ¡Habíamos quedado en ir a almorzar y a ver la muestra de Louise Bourgeois en PROA!”. Como el viernes a la noche tuve mi más que necesaria ración de comida (por no decir que comí como un -insertar eufemismo como los que sólo a mi madre se le pueden ocurrir-), quedamos en que me pasara a buscar a las cuatro de la tarde.

A las cinco llegamos para la visita guiada. Para nuestra sorpresa, esa visita estaba guiada por Daniel Molina. ¡Qué delicia! Después de un comienzo un poco dificultoso por la cantidad de gente y ruidos, pasamos al auditorio donde Daniel nos cautivó con las historias de Louise y su visión “angustiadísima” de la vida y las relaciones. Luego de esa charla, decidimos dar una vueltita más para ver la muestra más detenidamente y con este nuevo aire que nos había dejado el mitin.

Cuando nos metimos en el auto le comentaba yo a la tía que en general mi manera de recorrer una muestra de arte o un museo no era pararme delante de las obras mucho tiempo. Para ser una persona sensible al arte, no tengo paciencia para detenerme delante de una obra. Lo que hago entonces es recorrer, y si algo me hizo ojo o me llamó la atención, recurro a internet o algún libro que ande en casa para que me cuente más sobre eso, para poder reflexionar más fría o tranquilamente. decir esto resulta un tanto contradictorio porque ¿Por qué elegiría entonces sentarme a leer sobre algo que ya vi y tratar de analizarlo después, cuando mi cabeza va a ir a cien mil por hora (como me está pasando ahora que recorro las obras y las citas y me dan ganas de llorar, pensar y escribir) y la ansiedad será cada vez mayor al ir redescubriendo el sentido de lo expuesto? Bueno, he mencionado ya una vez lo mucho que disfruto de tener muchísimo que hacer y putear y enojarme, sólo por el goce que me produce despotricar.

¿Qué pasa entonces? ¿Por qué estoy escribiendo?

Este blog comenzó con la idea (de la Ana muy estructurada que soy y pretendo aparentar no ser) de esclarecer el sentido, y por ello, la relevancia de algunas obras de arte (ojalá de todas, pero no sé si voy a vivir lo suficiente para hacerlo, -hoy Daniel Molina decía que, contrario al pensamiento popular de que hay que vivir feliz para vivir mucho, había que estar angustiado, y el mejor ejemplo era Louise Bourgeois, ya que era una mujer que vivió, cito textualmente, ¡angustiadísima!… y yo por suerte, aunque tengo mis momentos, no vivo así); pero hoy no voy a hacer eso, no me voy a poner en maestra ciruela y explicarles cómo la obra de Louise Bourgeois es relevante dentro de nuestro contexto histórico-cultural.

No.

En parte porque otra de las cosas que dijo Daniel sobre su obra, y extendió esta afirmación al arte en general, era que no todo tiene que tener sentido… a veces había que renunciar a la burocracia del sentido.

… Silencio… y los rostros de Ana y su tía se transformaban en El Grito de Munch… o Kevin frente al espejo en Mi Pobre Angelito, lo que más les guste.

¿O sea que todo este tiempo y esta búsqueda son vanos? ¿Me estás diciendo que no le busque sentido a todo? ¿Pero qué clase de comentario es ese? Y ¿Cómo osás a decirnos a NOSOTRAS, las buscadoras de sentido por excelencia, que no todo tiene que ser así? ¿GUAT?

A veces sólo toma que alguien lo diga por uno. Escuchar eso de quién vino nos hizo sentir a la vez al borde del vacío de lo desconocido y liberadas… A veces resulta liberador estar al borde del vacío, ¿no?, digo…

En palabras de Louise:

What interests me is the conquering of the fear, the hiding, the running away from it, facing it, exorcising it, being ashamed of it, and, finally, being afraid of being afraid.


Lo que me interesa es la conquista del miedo, el esconderse, el huir de él, enfrentarlo, exorcizarlo, avergonzarse de él, y, finalmente, tener miedo de tener miedo.

Creo que algo sé sobre el miedo. Y también sobre conquistarlo. Siempre comento que hace unos años una ginecóloga mía me señaló que cada vez que tenía que hacerme algo, yo, notoriamente aterrada, le decía que prefería hacerlo en el momento y no sacar una fecha distinta (si, claro, si digo que voy otro día ¡nunca iría!.. ¡Yo soy muy cagón! ¡De chiquito que soy cagón!).

Una de las obras que fotografié (llevé la cámara en afán de sacar algo interesante y cool pero, para variar, me olvidé de chequear y no tenía mucha batería así que sólo pude sacar un par) se llama «I Am Afraid» (Tengo Miedo). Un tejido de 110,5 x 182,9 cm.

Tengo miedo al silencio
Tengo miedo a la oscuridad
Tengo miedo de caerme
Tengo miedo al insomnio
Tengo miedo al vacío

¿Falta algo?
Si, falta algo y siempre faltará
La experiencia del vacío

Faltar
¿Qué te falta?
Nada
Soy imperfecta pero no me falta nada
Tal vez me falta algo pero como no lo sé no sufro
Estómago vacío casa vacía botella vacía
Caer en un vacío es señal del abandono de la madre.

Mientras voy transcribiendo, no puedo evitar pensar:

Tengo miedo al insomnio: ¡Yo sufro de insomnio! pero ya no le tengo tanto miedo, más me irrita y cuando me doy cuenta que no tiene sentido seguir peleándolo, me entrego (uff ¡cuánto podría seguir analizando esta ‘reflexión´ sobre la entrega! -hay mucha terapia acá, si, si)”
Tengo miedo al vacío: Claramente yo también, y lo comenté hace unos posts, esa vez que me enojé mucho, mucho y decidí usar el blog para descargar, ¿recuerdan?
Botella vacía: ¡Eso sí me da miedo! Jajaja. Bah, más que miedo, pena, ¡no hay más!

Yo también tengo miedo.

¿Soy la única?

Miedo a quedarme sola, miedo a que no me quieran, miedo al rechazo, miedo a la demanda del otro, miedo a compartir, miedo al abandono, miedo a que las cosas fallen, miedo a crecer, miedo a mí misma, miedo al miedo.

«Mal de muchos, consuelo de tontos», dicen. Pero si Louise Bourgeois consiguió que yo me sentara a escribir y compartir con ustedes, es porque su mal me inspiró y hasta quizás me hizo sentir acompañada… y quizás sentí más miedo y a la vez más ganas de enfrentarlo que nunca. Hablo del miedo a volver a escribir. Pero no puedo no hacerlo: Mientras revisaba las fotos y chusmeaba las citas de la artista por internet sentía cómo mi cabeza empezaba con su bola de nieve de conjeturas y conexiones aparentemente incoherentes pero coherentes a la vez (¿ya mencioné mi tendencia al a contradicción?) y lo único que podía hacer al respecto era escribir. Estoy, ahora, saltando hacia el vacío, enfrentando el miedo.

En fin… por último, y como si fuera una sesión de terapia (la obra de Louise se relaciona con el sexo, la mujer, las relaciones, los vínculos familiares… y la psicología –ella se analizó por años); dejo el interrogante mayor para el final: la última frase dice que caer en el vacío es señal del abandono de la madre. Qué curioso cómo se dan las cosas en la vida de manera tan azarosa y oportuna a veces a la vez. Mi madre está por regresar (aclaro -en parte proque mi pobre madre se va a caer de un infarto frente a la pantalla creyendo que digo que me abandonó- que no pienso eso), y yo voy a ver a esta artista que toma como uno de sus temas principales la relación con la madre… Jajaja, ahí voy otra vez, tratando de buscar significado a todo en vez de entregarme a la no-burocracia.

Agreguen “tengo miedo a la vuelta de mi madre” a la lista.

¿A qué temen ustedes? ¿Cómo lo enfrentan? ¿Les da miedo expresarlo?¿Cuándo fue la última vez que algo les dió pánico?

Un cariño, y un par de fotos de la muestra.

«I Am Afraid»
The Arch of Hysteria
Daniel Molina deleitándonos
«Maman» – «Mamá»

La Victoria de Samotracia a.k.a Nike de Samotracia

La Victoria en el Louvre

Samotracia es una isla situada al norte del mar Egeo. Dicha isla despertó interés allá por el siglo XIX por su asociación con lo que se llama el Culto a los Grandes Dioses; o misterios de Samotracia.

Cuál es la naturaleza de estos misterios? Sucede que en Samotracia (contrario a lo que uno naturalmente asumiria) no se registra contacto con la civilización griega hasta el 700 a.C.; lo que se encontró en las excavaciones es un santuario pre-griego sobre cuyos dioses, a los que se refiere como Theoi Megaloni en las inscripciones locales, poco se sabe, y lo que se deduce de ellos parte de escritos griegos. Se asume que era una tríada –dos hombres y una mujer-; y que en el susodicho santuario se realizaban ritos de iniciación.

Es aquí mismo donde, en 1863, la famosa Victoria es encontrada; en un nicho cavado en la ladera de una colina, posada sobre la proa de un navío, sobre una ‘pileta’ (que ayudaba a dar la sensación de flotación de la embarcación), como observando el santuario.

Lo curioso, es que esta dama no pertenece a los Theoi Megaloni, de hecho, es muy griega. Es la representación de la diosa Nike; veladora e invocadora de la victoria y la excelencia moral y física.Las características estéticas de esta joven indican que nació entre 230 y 170 a.C., pleno período helenístico. Vale recordar que llamamos así a la Grecia que recibe su propia influencia de manos de gobernantes Macedónicos -primero con Filipo II (338 a.C.), luego con Alejandro y, a su muerte, con la dinastía Seléucida; hasta la muerte de Cleopatra y Marco Antonio (30 a.C.)-.

Pero, cómo llego esta escultura al santuario? La cerámica encontrada en el sitio apunta a una conexión con la isla de Rodas, también una inscripción en su base: “Rhodios”, el tipo de embarcación insinuada, y el tipo de mármol utilizado; lo que lleva a creer que fue una creación Rodia en conmemoración a su triunfo naval contra Antioco II de Siria en 190 a.C. Sin embargo, esto no (me) explica cómo ni porque la obra apareció en esta isla.

Otra hipótesis plantea que Samotracia era un sitio muy utilizado por los Macedónicos como santuario, y el fuerte parecido con imágenes representadas en monedas macedónicas hacen pensar que nuestra Nike fuera construida por ellos en 225 a.C. para conmemorar la Batalla de Cos, en la que se gana a la flota de los Ptolomeos egipcios (plena pelea por el control macedónico luego de la muerte de Alejandro).

Contrariamente al periodo clásico, donde predomina la búsqueda de la belleza impertérrita y el balance perfecto, durante el helenismo el artista intenta representar el carácter de su modelo, a menudo explorando temas de índole más dramático como el dolor, el sueño, o la vejez; para cargar de sentimiento a su realización. Los rasgos son más detallados y los ropajes y su caída se representan con mayor exactitud, y hasta de manera exagerada; así también como las expresiones del lenguaje corporal (ver “Fauno barberino” http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/f/f2/Barberini_Faun_front_Glyptothek_Munich_218_n1.jpg).

Esto es exactamente con lo que nos encontramos al estar frente a Nike de Samotracia, un perfecto ejemplo de dramatismo y emoción. Aun sin rostro ni manos, el ladeo de su cuerpo y los ropajes presionados contra él como paleando los fuertes vientos de altamar que destacan el hiperrealismo anatómico, y la majestuosidad de sus alas desplegadas, nos evoca al sentimiento mismo de la victoria; vemos en ella reflejados a nosotros mismos: esforzados, peleadores, finalmente victoriosos (sí, sí, seamos positivos) y… admitámoslo, un tanto dramáticos!
Curiosidad: la marca Nike, toma su logo y nombre de esta famosa estatua. Un deleite del marketing.
Bibliografia
· http://www.buzzle.com/articles/nike-of-samothrace-statue.html
· “Theoi Megaloni: The Cult of the Great Gods at Samothrace”. Cole, Susan Guettel. E.J. Brill, Netherlands; 1984.
· http://maa.missouri.edu/objects/castgallery/castNikeSamothrace.html
· www.louvre.fr
· http://www.mlahanas.de/Greeks/Arts/Nike.htm
· http://www.wikipedia.com/

El escriba sentado (parte II -final)

Finalmente el ejemplar de “El Escriba Sentado” que estaba esperando, no fue de ninguna ayuda. Recurrimos entonces a otras fuentes que han sido de vital ayuda.

detalles tecnicos: La obra fue encontrada en Saqqara en 1850; pero toda la documentación sobre el hallazgo esta perdida. Se supone que pertenece a la IV dinastía, ya que en esa época se representaba a los escribas escribiendo, a partir de la VI, se los represento leyendo. Curiosidad: el escriba esta retratado haciendo su trabajo (atento al dictado como ya vimos), mientras que este tipo de representación se reservaba a hijos o nietos del faraón.

La figura esta realizada en piedra caliza; y lo curioso es el detalle en sus ojos: están realizados en alabastro (cornea), plata (pupilas) y basalto (iris); recubiertos por cristal de roca. También cabe destacar la atención puesta en separar los brazos del torso, algo no muy común. Ciertos elementos son forzados en la pieza para focalizar la atención a ciertos aspectos: una leve desproporción ha sido creada en las caderas y rodillas en pos de conseguir formar un plano en el regazo que diera mayor profundidad y sensación de espacio, llevando la atención a las manos que tan detalladamente han sido esculpidas. Los pies están expuestos en su mayoría, lo que representaba un gran desafío en tanto había que lograr eliminar la inclinación natural en el regazo.

Si bien las estatuas Reales se caracterizan por su realismo, no era así con la estatuaria privada, como ya hemos estipulado. A partir de la IV dinastía, atestiguamos un esfuerzo por captar la vida de los personajes representados. Estas representaciones tienden a personificar el cuerpo humano idealizado bajo sus formas más perfectas; no obstante, en ocasiones sucumbía a la tentación de mostrar los aspectos físicos más aparentes. Este es el caso. Nos encontramos ante un hombre lejos de ser idealizado: no aparenta ser una persona de exultante juventud, de hecho, denota en su rostro el paso de los años por su cara angulosa y sus labios finos; y su cuerpo no es esbelto (seamos delicados, no es que quien les escribe sea Christy Turlington).

Nos encontramos finalmente ante la belleza de lo eterno e imperecedero. Ante el propósito conseguido, la perduración. Y sumidos en un instante de quietud e interrogante. Si se lo mira a los ojos, resulta imposible no preguntarse ante quien se está, que es lo que este personaje está pensando, si es que piensa, pero es que así parece! Parece vivo! Y esa es su majestuosidad.

Bibliografía
· “El Egipto del Imperio Antiguo”. Padró Parcerisa, Josep. Alba, Madrid, 2005
· www.historiarte.net
· www.louvre.fr
· www.egiptologia.com

PROXIMA: LA VICTORIA DE SAMOTRACIA

El escriba sentado (parte I)

Al entrar en la sala Cervantes casi estallo de la risa. Durante los 45′ que me tomó buscar los libros en el catálogo, llenar las fichitas (dos tipos distintos: una para pedir los libros en esa sede, y otra para pedir que me traigan mañana los de la otra), entregarlas (aparentemente, “signatura” NO quiere decir “firme aquí”), y rehacer las fichitas (¡era la azul, no la verde! Y poné bien la fecha, ¡los pediste para Abril!); pasé por todos los estadíos conocidos al hombre, especialmente las ganas de huir corriendo… finalmente, gracias a una de las asistentes, prevaleció el humor. Ambas nos tentamos de risa ante tanto que tuve que hacer y rehacer… Finalmente, cuando pude encontrar y sentarme en mi pupitre (nº77) llegan mis libros sobre el Egipto del Imperio Antiguo. El libro sobre el Escriba Sentado tendrá que ser mañana.Irónicamente, esto es lo primero que leo sobre los escribas en el Antiguo Egipto:“Mira, abre tus rollos de papiro y conviértete en un hijo educado con los libros provechosos desde un principio, del mismo modo que mi padre me educo a mí con textos que ya eran útiles incluso desde antes que él (existiera) (…). Yo comprendí que esto me favorecía y propiciaba mi ascenso, gracias a mi sabiduría y mi perspicacia (…) Por tanto, conviértete en un hijo formado con libros, pues sea cual sea la posición de un escriba en la Residencia (Real), nunca caerá allí en la miseria”
(Libro de Kemit, XI dinastía)
Comencemos, entonces.

La figura del escriba: No asumiré que usted, lector, sabe de lo que se habla aquí, como lo haría mi compañera ex alumna del Mary Graham Narda Lepes: “yo no les tengo que decir cuanta sal poner, ustedes ya saben…”, no. Por tanto, he aquí una descripción de nuestro objeto de estudio.

Algunos estudios recientes estiman que el porcentaje de personas capaces de leer y escribir en el Egipto del Imperio Antiguo era de alrededor de 1 o 2 por ciento de la población masculina. En sus manos estaba la gestión y el control de los recursos del país como representantes del faraon, estos eran los funcionarios y sacerdotes. La escritura era un “asunto de Estado”. Entiéndase que la cultura dominante era la oral, lo que explica el desarrollo de soportes expresivos alternativos a la palabra escrita como la iconografía, la arquitectura o la escultura, al objeto de transmitir eficazmente aquellos mensajes ideológicos que la realeza deseaba destinar a sectores más amplios de la sociedad.

Todos los funcionarios eran escribas, y las ventajas que la carrera comportaba –seguridad de la propia existencia, prestigio social y, sobre todo, una mayor o menor proximidad al rey- hacían de este un empleo especialmente deseable. Además, al tratarse de una escritura enseñada en los círculos de la realeza y utilizada como vehículo de transmisión de los valores ideológicos de la nobleza, su aprendizaje iba acompañado inexorablemente de la asimilación de estos valores. De ahí su orgullo, como lo transmiten las estatuas de los escribas sentados, atentos a tomar nota del dictado y como a su vez reflejan los textos literarios:

“yo conozco el secreto de los jeroglíficos (palabra divina) y la composición de los rituales ceremoniales. (En cuanto) al repertorio de formulas mágicas, lo domino sin que ninguna me plantee dificultades. Soy, en efecto, un especialista excelente en su oficio y que descolla en sus conocimientos (…)”
(Estela Louvre; XI dinastía)

¡Qué orgullo ser escriba! su orgullo pasaba también por, como se ha estipulado, cumplir con y hacer cumplir la palabra del Faraón, la maat (palabra divina); otros aspectos de la vida del escriba serán parte de la ilustración de unos principios generales, ocurre igualmente con las representaciones humanas, ya que en las representaciones individuales no se reproducen rasgos personales sino las cualidades genéricas asociadas a un grupo social.

Estas representaciones son las que encontramos en las cámaras funerarias de dichos personajes, y nótese que específicamente en el Imperio Antiguo, las obras escultóricas estaban destinadas exclusivamente para este uso, se trataba de cuerpos sustitutos (con más razón, ¡hagámoslos a todos iguales!) que debían estar mágicamente dispuestos a contribuir, según revela una máxima del ritual de embalsamamiento, a que “tu cuerpo dure lo que dura la piedra en la montaña”. Y así era con todo en el Antiguo Egipto (para la posteridad):

“Te hare amar la escritura más que a tu propia madre. Te demostrare su belleza, que es mayor que la de cualquier otro oficio. (…) Mira, no hay ningún oficio en el que uno no reciba ordenes excepto el funcionario, en ese caso es el quien ordena. El saber escribir te será más útil y el trabajo en ella realizado dura una eternidad como las montañas.”
De la enseñanza de Jeti


Todos aquellos que leen estas palabra, son capaces de la producción y reproducción de la palabra escrita. ¿Que sería de nuestro mundo sin ella? No lo sabemos. Pero podríamos averiguarlo: hay gente que aparentemente está empecinada a sumirnos en la ignorancia que conlleva la omisión de la escritura. A desmerecer la enseñanza, y a quienes la confieren. Qué triste es el mundo donde el escriba ya no es admirado. Let’s change that.

Podrían argumentar que en estos tiempos de antaño, si bien la escritura era admirada, solo era reservada para la elite, por tanto, la mayoría vivía en la ignorancia; y así se consolidaba, en efecto, su Estado. Bien, así era, y así entonces pretende ser. Aun así, ¿por qué no tomar lo bueno? Sin estos privilegiados no había admiración, por ende no habría ‘arte’, no tendríamos El Escriba Sentado, pero por sobre todo, no tendríamos aspiración.
La palabra, como los escribas, tanto nos ha dado. Y hasta que no tenga en mis manos y haya podido desmenuzar “El Escriba Sentado” (el libro que deben traer de la otra sede), esta es mi conclusión: sin saber del aspecto estético/técnico de la pieza, estamos ante alguien que puede apreciar la belleza y la sabiduría detrás de la palabra escrita y quien la transmite. Y eso es decir mucho. Y por eso, yo lo admiro. Porque, efectivamente, dura una eternidad, como las montañas, sus palabras implicitas resuenan hoy en quien les escribe más que nunca.
Bibliografia:
· «Egipto en El Imperio Antiguo (2650-2150 Antes de Cristo)». Moreno Garcia, Juan Carlos, Bellaterra, Barcelona, 2004.
· «El Antiguo Egipto: 3000 Años de Historia y Cultura del Imperio Faraonico». Eggebrecht, Arne, Plaza & Janes Editores, Barcelona, 1990.